En Kazajistán se está viviendo un boom en las escuelas privadas. Durante los últimos cinco años, su número ha aumentado 2,5 veces, especialmente en Almaty, Astana y el sur del país. Los padres votan con sus billeteras: sacan a sus hijos de las escuelas públicas, buscan alternativas y están dispuestos a pagar por comodidad y control.
Pero junto con este crecimiento surge una pregunta que todavía nadie se atreve a plantear abiertamente: ¿Están preparadas las escuelas privadas para ser administradas como empresas?
No como el sueño de un profesor. No como un "negocio familiar". No como un proyecto educativo donde lo principal es matricular niños.
Como un sistema empresarial real: con análisis, métricas, servicio al cliente, automatización, marketing y equipo.
Porque en 2025 ya no basta simplemente "abrir una escuela." Se necesita construida como un producto, con un equipo sólido y un modelo de negocio viable.
Según datos del Ministerio de Educación, durante los últimos cinco años en Kazajistán — el crecimiento de la educación privada superó el 250%. La mayoría de nuevas escuelas fueron abiertas en Almaty, Astana y Shymkentasí como también en zonas suburbanas donde se desarrolla la construcción de casas adosadas.
Las razones son claras:
- desconfianza hacia la calidad de la educación en el sector público
- sobrecarga de clases
- débil control disciplinario
- demanda parental de seguridad, servicios y enfoques modernos
Una escuela privada dejó de ser solo una institución educativa y se convirtió en un marcador de estatus. Además, el estado comenzó a asignar subvenciones y subsidios a escuelas privadas, lo que estimula aún más el mercado.
Sin embargo, detrás de este rápido crecimiento se encuentra una calidad irregular. Muchas escuelas se abren con fuertes ideas pedagógicas pero tienen poco conocimiento sobre procesos, gestión, números y embudos.